miércoles, 27 de mayo de 2015

Acerca de la brutalidad y crueldad del animal racional. Muestrario de la Inquisición. Siempre la guerra.

Ese animal llamado hombre.
       - Anatole France -   

Dice Bertrand Russelle, en "La conquista de la felicidad", que el corazón humano, tal como lo ha formado la civilización moderna, está más inclinado al odio que a la amistad. Pero, ¿qué decir de siglos pasados, dentro de nuestra civilización cristiana? Que Dios viniera al mundo, porque Jesucristo es Dios, a predicar, entre otras cosas, fraternidad, no hizo mucha mella, es lección que no aprendimos, y, en cuanto a Él, terminamos matándole, convirtiéndose la humanidad en deicida. Aparecieron sobre la faz de la tierra los católicos, la Iglesia católica, o universal, sobre cuya historia gravita la mayor ferocidad del hombre. Ya se dijo, y precisamente por un padre jesuita -padre Gracián, en "El Criticón"-, que si los hombres no son fieras es porque son más fieros, que de su crueldad aprendieron muchas veces ellas. 

La Inquisición paradigma de la sevicia humana. 
                                                                          

 La religión, con su fácil consecuuencia de fanatismo religioso, presenta las mejores muestras de fiereza, crueldad, del hombre. Está claro que el fanatismo religioso es el peor de los fanatismos. ¿Qué es más peligroso, el fanatismo o el ateismo? Se pregunta Voltaire, y piensa: Sin duda lo es mil veces más el fanatismo, pues el ateismo no inspira pasiones sanguinarias, mientras que el fanatismo, sí. El ateismo no se opone al crimen, pero el fanatismo es causa de que se cometan crímenes. También considera que cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es casi incurable. No cabe mejor paradigma que la historia de las Cruzadas y la de la Inquisición. ¡Y a ésta la Iglesia católica la llamó santa, ya es barbarizar! Son magnas obras del catolicismo en las que vemos el crimen llevado a la más refinada monstruosidad. Díganlo, si no, esos artefactos o máquinas de tortura de que nos habla, por ejemplo Francisco Tomás y Valiente en su libro "La tortura en España". 

Aquí podemos leer sobre los procedientos de tortura. Quien quiera -nos dice el autor- conocerlos con pormenores puede acudir principalmente a la obras de Monterroso y Alvararo y Quevedo y Hoyos, o a los documentos transcritos en el capítulo I, titulado "De la práctica del tormento" del presente libro. 

Las Partidas recogen dos modos de tormento: el de azotes y el consistente en colgar a un hombre por los brazos y colocarle pesos en la espalda y en las piernas. La primera forma no se empleó como tortura, aunque sí como pena. La segunda recibía el nombre vulgar de "tormento de la garrucha"; hacia la segunda mitad del siglo XVI parece qe sólo se aplicaba en delitos atroces; pero su uso no se perió hasta finales del XVII: Cervantes alude todavía a  él como medio acostumbrado. Quevedo y Hoyos lo menciona como valido sólo en delitos muy atroces y con muy graves indicios contra el reo, u Fernández de Herrera lo incluye entre los que se empleaban tiempo atrás.
Aún hay más. Punto y aparte añade nuestro juríco e historiador:
Además de otros procedimientos que los autores describen como poco usuales y muy horribles, se empleaba también a veces el del fuego; consistía éste en colocar las plantas desnudas de los pies del reo untadas de grasa junto a la llama; Castillo dice que usó de él en una ocasión "por ser donde se dio y en otras muchas partes mui frequentado", y por ser un medio menos afrentoso que otros, pues no había necesidad de desnudar al reo; pero Castillo confiesa que se le causó pleito por ello., ya que los Alcaldes de la Sala de Corte se lo reservaban en exclusiva para su Tribunal y en delitos muy graves.
Continúa con la relación 
A veces se torturaba al reo echándole agua por la naríz y tapándole la boca; esto, dice Quevedo y Hoyos, "se tiene por peligroso". Análogo era el tormento de la toca, consistente en "meter al reo una toca por el gaznate... y con ella para que entre en cuerpo, le echan algunos cuartillos de agua.
Añade los tormentos del ladrillo, las tablillas, el de los cordeles o garrotes, perdurando este último hasta el siglo XVIII, el cual consistía en ponerlos sobre los brazos y muslos del reo, y se daban vueltas si éste callaba al ser preguntado. En suma, el stock de que  se servían los santos padres de la Iglesia para sus fines era muy amplio    
                                                                                 

En internet podemos ver vídeos sobre los... "trabajos" de la Inquisición, tan santa, de qué manera asesinaba, mutilaba o dejaba enfermos de por vida. También imágenes de tales aparatos de tortura. 
                                                                                

Para la mujer tienen la "atención" de crear este otro artilugio. 
                                                                               
 No saben ya qué inventar para hacer sufrir. 
                                                                                         

     





He aquí la llamada "doncella de hierro".







   

Funesta historia del papado.

No hubo una manzana podrida, sino bastantes durante la existencia de la Inquisición, papas que tenían que haber sido sometidos a ella, empezando por Sixto IV (1471-1484), constructor de la Capilla Sixtina ; padre de seis hijos ilegítimos, uno de ellos con su hermana, el cual puso un impuesto a las prostitutas , y optro a los sacerdotes para tener amante. Julio II (1501-1513)mandó a Miguel Ángel pintar el techo de dicha capilla , contrajo la sífilis contagiada por las prostitutas de Roma. Era costumbre el Viernes Santo que los fieles besaran los pies al papa, pero en aquel 1508 no pudo ser por tenerlos llenos de úlceras sifilíticas. La Capila Sixtina no sólo nos trae el recuerdo de Miguel Ángel, ya antes Inocencio VIII (1484-1492)había puesto enmarcha la Inquisición, cuyo papa tiene por otra gloria que su pontificado sea reconocido como la Edad de Oro de los Bastardos: reconoció ocho hijos ilegítimos pero tuvo muchos más. Obviamente no voy a hacer aquí la relación de papas no ya indignos  como tales, sino de mala especie humana , individuosde los que justifican todo lo  pésimo en cuanto al hombre.                                                                                  


Maldita vida y maldita obra la de bastantes papas; por si no fue sumamente injusta y criminal  la Inquisición, el papa Urbano II crea las Cruzadas. En ellas cometieron los cruzados actos de verdadera crueldad, represalia, más allá de lo que justifica una guerra. Estos actos de sevicia se han llevado a cabo también en nuestra época contemporánea.
                                                             


                                                       Las Cruzadas - Grandes Batallas                             

   
Un libro que surtió efecto, generó polémica: "Tratado de los delitos y de las penas".

En el citado de "La tortura en España" habla su autor de la influencia, para frenarla, que tuvo en Europa el marqués de Beccaria con su libro. Le dedica el capítulo IV: "Derecho y proceso penal a finales del siglo XVIII: La crítica de Beccaria". Expone Tomás y Valiente:
Pocos libros han alcanzado un éxito tan rápido, tan difundido y tan duradero como este; no sólo fue muy leído, sino que influyó poderosamente en la reforma de muchos Códigos penales de su tiempo. A finales de 1766, Catalina II de Rusia ha leído, conmovida, el libro de Beccaria; le ofrece un empleo en la capital rusa y ordena la elaboración de notables reformas penales, entre ellas la supresión de la tortura. En 1776, la emperatriz María Teresa de Austria ordena también la abolición de la tortura, y como precisamente en Milán se resisten a obedecer tal disposición, el célebre ministro Kaunitz insiste ante el Senado milanés para que la acaten; luego, en pleno reinado de José II, en decreto de 11 de septiembre de 1789 dirigido al ducado milanés, se declara enteramente abolida la tortura en cualquiera de sus formas y en toda ocasión desautorizando el empleo de ella que úlimamente venía haciendo el Senado. [...] También Luís XVI suprime en su monarquía la tortura por disposición de 1780.     
En España se continuó con la imperfección de la ley y con la dureza de las penas. Entre las pequeñas, leemos:
El destierro de una ciudad, la prisión por no mucho tiempo, la pena de vergüenza pública y las pecuniarias eran lasmás suaves. Junto a ellas existían las de los azotes, presidios en minas o arsenales, mutilaciones (de ojos, de orejas, de manos, de lengua), galeras (por tiempo cierto o a perpetuidad) y la pena de muerte. [...] Se conocen en España y fuera de ella sistemas de ejecución tan crueles como refinados: la muerte de saeta -aplicada en Castilla para los casos de Hermandad antes de 1536-, la de hoguera, la de aceite hirviendo, el despedazamiento, la romana pena del culleum contra el parricida -aplicada en general con atenuación de su rigor-, la decapitación, el garrote, la horca...
En todo caso, donde surtió efecto y donde no, y como podemos leer en el vídeo siguiente que presenta su doctrina, la obra de Beccaria no fue un salto  en el vacío, fue una mirada justa a su tiempo y una apuesta  a la proyectiva de la humanidad, amor por la vida y la civilidad. Es hoy una ley brillante que puede iluminar las oscuridades extendidas de nuestros sistemas penales.  

 
                                                              Cesare Beccaria - Su obra
¡Abajo las armas! 

La guerra es cosa de animales. Hablando se
entiende la gente, no pegando bombazos sin
ton ni son.           - Antonio Gala - 

No siempre la gente se ha entendido hablando; de modo alguno cuando se tropieza con la mala voluntad del dialogante. El deseo de mando y de riqueza, cuando no abiertamente el robo -disfrazado de conquista, pero robo- ha sido básicamente la causa de las guerras. Se habla de guerras justas, pero, como opina el citado Gala, ninguna guerra es justa. Ni el mal ni el bien se encuentran puros en bando alguno. Déjemoslo en necesarias 
A partir del siglo XVI, el pacifismo volvió a ser un motivo de reclamación romántica. La guerra ganaba las nacionalidades. La guerra defendía las dinastías. La guerra consolidaba el comercio terrestre y marítomo. La guerra aumentaba los ingresos de la Hacienda pública. (Recuérdese la guerra de la piratería.) La guerra fijaba los intereses de la religión, de la raza y de la lengua. / En el siglo XIX el pacifismo volvió a ser un tema de candente interés.
Sí, porque por manu militari nunca se resolvió nada enteramente, y ello cuando no sirvió de motivo para que triunfara la injusticia, pongo por ejemplo la usurpación que los Reyes Católicos hicieron a Juana de Trastamara y Avis de la Corona de Castilla. 

La crueldad existe en la paz, y no digamos en la guerra; el susodicho autor teatral, poeta y novelista, considera que la guerra no sirve para nada constructivo, ni es la base de un diálogo justo. Sólo conduce al encarnizamiento de los nacionalismos, de los racismos, de los fanatismos y de la divinación del dinero. Que son precisamente las causas de las guerras. Con respecto a la guerra civil española estamos viendo la germinación de tales semillas. 

No hace al tema de este artículo parar mientes en la trayectoria del pacifismo, sino en la maldad humana, entonces continúo con la visión de nuestro autor sobre la guerra. En la guerra -dice-, ni la crueldad, ni la avaricia tiene límites, nada hay sagrado. Lo que en lo individual es monstruoso, se transforma en heroico por decreto del Senado. Lo prohibido a un ciudadano, se condecora; delitos que se pagan con la cabeza en lo civil, se exaltan en versos si se cometen dentro de un uniforma. Efectivamente, nada más claro, recordemos el sketch del humorista Miguel Gila en el que manifiesta que la guerra también tiene alguna ventaja: puedes matar sin que la policía te moleste. Que en las guerras de la Edad Contemporánea se prohibe la crueldad, la tortura, resulta más predicado que cumplido, recordemos, verbigracia, la actuación de Hitler. Y sin salir de nuestras fronteras, las checas de Madrid durante la guerra y después. Recordemos al galo Breno: Vae victis!, ¡Ay de los vencidos! 

Pese al título de la novela pacifista de Bertha von Suttner, siguen  perfeccionándose las armas y los países armándose al máximo dentro de sus posibilidades. Continúa el abuso al débil, si bien ya ha habido que dejar el deseo de conquista, de meterse en casa ajena y quedarse allí. Se perdieron los imperios coloniales, verdad que alguna colonia queda. 

Maldad y cortesía. Iglesia que mata.

Una y otra no tienen porque contraponerse; hay seres infames entre los corteses. La cortesía es a veces falsos actos de afecto y de atención hacia otro para engañarle, ¡cuidado con el cortés bajo cuyo ropaje o modo de exposición, lenguaje, se disfraza intención aviesa! Hay cierta tendencia a adjudicar maldad a la plebe o clase social más baja. En la Edad Media las clases sociales estaban muy simplificadas, todo era pleble a excepción de los nobles, los eclesiásticos y los hombres de armas. Éstas, generalmente, eran la ocupación de los nobles. Surgieron las Ordenes Militares -en España las principales fueron la de Santiago, Alcántara, Calatrava y Montesa- que, evitando inconveniencias, llegaron a dominar los Reyes Católicos, y que prevalecieron hasta 1931 que fueron anuladas por la República; aún así tuvieron algún tipo de existencia durante la dictadura, aunque marginados, y en 1980 pasan al registro de asociaciones del Gobierno Civil de la provincia de Madrid. Algunos de estos cargos honoríficos lucían sus capas en la basílica de San Francisco el Grande en actos litúrgicos en el templo en Semana Santa. 

Estos caballeros con su daga o su espada mataban por la fe cristiana, y, siglos después, a honor tenían grandes figuras de la sociedad, empezando por reyes, lucir su insignias. 

                                      
Pero nada puede justificar matar, ni, por otra parte, se es de rectitud moral y buen cristiano por poseer gran elegancia ética. Que de ésta, además, llegado el caso, se apea el más pintado. Tampoco por exhibir -y gratuitamente, por ser vos quien sois- equis insignias. 

Dice Unamuno que muchos creen que es buen camino para llegar al cielo romperle la cabeza al hereje aunque sea con el mismo crucifijo. En esta línea estuvieron los papas y reyes de la Inquisición, éstos también cuando las Cruzadas y con las Órdenes Militares. 

El hombre tiene innúmeras formas de practicar el mal, y tanto más cuanto más elevado se halle en la escala social, pero, como apunta Fray Luís de León, para hacel el mal cualquiera es poderoso. Sujetos de lo más irrevelantes, incluso mentalmente, causan males tremendos;.para ser un canalla, un criminal, no hace falta ser un genio, que, según afirma Franklin, los tontos siempre tienen el talento bastante para ser malvados. La maldad del animal racional no se encuentra en función de la instrucción y de la intelingencia natural, cultivada o  no, es cualidad aparte y, por desgracia, predominante. Bajo el punto de vista religioso, ¿qué decir?, y ya he dicho algo, cuándo tantos crímenes ha cometido nuestra religión, y otras religiones.                                                                                     
Josepf Conrad (1857-1924) escritor polaco.


No empleemos como comodín a Dios, a la manera que emplea el bipartito español la Constitución. 

     
                                                                                                
    

1 comentario:

  1. Hola Manuel, estaba leyendo sobre la inquisición española por la reciente entrada en vigor de la ley que permite solicitar la nacionalidad española a los descendientes de judíos sefardíes, he encontrado tu blog y me ha parecido muy interesante y completo tu artículo (aunque muy triste y vergonzoso) así que, he incluido un enlace en el artículo que he publicado en mi blog legal por si algunos lectores quieren leer sobre esa parte de la Historia relacionada con el tema del artículo.

    Beatriz Murillo
    Abogada

    El enlace al artículo es http://bit.ly/1kABGDI

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